Black Panther Wakanda Forever, la película en donde los superhéroes se vuelven reales

La continuación del éxito de taquilla de 2018 trata sobre el dolor generacional y los límites de la resiliencia.

A mitad de la primera parte de Wakanda Forever, la secuela dirigida por Ryan Coogler de la superproducción de Marvel de 2018, Black Panther, la acción se interrumpe por una sesión del parlamento. Refugiándose en una cueva a kilómetros bajo el mar, Shuri (Laetitia Wright), la heredera de Wakanda, y Namor (el actor mexicano Tenoch Huerta Mejía), semidiós soberano del reino submarino de Talokan, debaten sobre lo que significa gobernar. 

Wakanda Forever comienza con un gran desacuerdo, gracias a las reservas de vibranium de las que las naciones rivales pretenden apoderarse, los miembros de la realeza discuten en cuanto a la geopolítica, pero comparten un mismo sentimiento de ansiedad (y de ira). Habiendo sido testigos del imperialismo europeo en el siglo XVI, Namor está dispuesto a hundir todo el mundo para evitar que la historia se repita. La rabia de Shuri es personal, pero es igual de poderosa: Un genio de las ciencias, que lucha por superar la pérdida de su hermano T’Challa (Chadwick Boseman), quien murió mientras ella trabajaba en encontrar una cura para su enfermedad.

‘Sólo las personas más afectadas pueden ser grandes líderes’, dice Namor, señalando tanto su vínculo traumático, como una naturaleza combativa que le asegura que cualquier tregua entre los dos reinos será solo algo temporal.

Toda esta charla sobre derechos de nacimiento y honor no estaría fuera de lugar en una serie como The Crown de Netflix. La Reina Isabel II nunca tuvo que enfrentarse a una fuerza sobrehumana, a un combate acuático cuerpo a cuerpo o a un mineral raro y precioso, pero cinco temporadas llenas de tumultos dejan claro el vínculo entre la responsabilidad y el dolor. 

Wakanda Forever hace malabarismos con múltiples subtramas y segmentos llenos de fantasía, pero su preocupación principal es similar. La historia y sus personajes están ligados a los temas, las tradiciones y las convenciones del Universo Cinematográfico Marvel, donde cada pieza de propiedad intelectual es solo un camino para hablar de una narrativa más amplia.

La última vez que visitamos Wakanda, T’Challa había puesto fin a años de aislamiento al revelar el secreto de la prosperidad y la tecnología de la nación con un espíritu diplomático. De repente, los gobiernos que antes tachaban al país de ‘tercermundista’ se interesaron rápidamente por el vibranium que alimentaba esos avances. 

La gran pregunta ahora es quién ocupará su lugar y se convertirá en la próxima Black Panther. Hay muchos candidatos, entre ellos el imponente jefe Jabari M’Baku (Winston Duke) y Okoye (Danai Gurira), así como la dura líder de la guardia real femenina Dora Milaje. El manto es algo más que una habilidad física; la Pantera es un símbolo de orgullo nacional cuya presencia tiene peso tanto en casa como en el extranjero. En ausencia de T’Challa, la amenaza de invasión o explotación de los recursos naturales de Wakanda se ha convertido en una preocupación urgente. Mucho antes de que Talokan tome las armas, Wakanda tiene que hacer frente a una ofensiva encubierta de las naciones europeas que pretenden ser sus aliados diplomáticos.

Black Panther Wakanda Forever

Los temas son densos, pero van en consonancia con el mundo que Coogler y sus colaboradores han creado. La mayoría de las adaptaciones de cómics evitan temas divisivos como la política o las cuestiones raciales, pero Black Panther se convirtió en una muestra cultural por su voluntad de abordar la realidad. Al mostrar un continente africano no marcado por el colonialismo y liderado por un protagonista consciente de la desigualdad social, no se parece a ningún proyecto de Marvel que le haya precedido. Celebrando la negritud y el panafricanismo y reconociendo al mismo tiempo el racismo imperante, el trauma generacional y las tensiones culturales entre africanos y afroamericanos, nos promete un nuevo tipo de saga de superhéroes.

Internet se alborotó cuando Martin Scorsese desestimó las películas de Marvel, comparándolas con parques temáticos y lamentando la falta de apuestas reales. La valoración del director fue demasiado dura, pero contiene una pizca de verdad: las historias de superhéroes casi siempre muestran narraciones que rechazan la lógica, la física y la historia al servicio del espectáculo. 

Sin embargo, películas como la de Coogler se esfuerzan por lograr un equilibrio entre el oficio y la diversión que causan las explosiones CGI y las peleas coreografiadas. Wakanda Forever tiene menos éxito que su predecesora en lo que respecta al arte: la complejidad de los decorados de la diseñadora de producción Hannah Beach y el vestuario de Ruth E. Carter siguen estando presentes, pero la acción se desarrolla tan rápidamente que uno tiene poco tiempo para apreciar los detalles. Es una pena, dada la riqueza de las nuevas locaciones que emplearon, así como las ciudades sumergidas de Talokan, con su arquitectura de inspiración mesoamericana.

Black Panther Wakanda Forever

Aun así, hay mucho en juego para los personajes. Sus habilidades pueden ser de otro mundo o estar vinculadas a la pseudociencia, pero cada uno es muy consciente de su mortalidad. Huerta interpreta a Nemor, de 500 años de edad, con la amenaza latente de ser un vampiro que ha perdido el gusto por la sangre. El tono de comedia de otros proyectos de Marvel (She-Hulk, Guardianes de la Galaxia, o cualquier cosa en la que aparezca Robert Downey Jr.) solo aparece de vez en cuando aquí, pero se agradece, sobre todo cuando los chistes los hace RiRi Williams (Dominique Thorne), una estudiante del M.I.T. cuyos inventos ponen en marcha la trama, o Julia Louis-Dreyfus, que aparece como una funcionaria del gobierno estadounidense poco fiable.

El prematuro fallecimiento de Chadwick Boseman explica la sobriedad del tono de Wakanda Forever. T’Challa, con su gran autoestima, ha servido para fundamentar el sueño final de Black Panther y para así amplificar todo su optimismo. En lugar de cambiar por completo el papel, Coogler le da a Boseman una despedida de rey con una escena funeraria llena de bailes. Una prolongada celebración a la vida, que constituye una de las secuencias más conmovedoras de la película.

Como reina y princesa en luto, respectivamente, Angela Bassett y Wright son apropiadamente formidables (solo los brazos de Bassett nos hacen desear que tenga su propia franquicia de acción dentro del MCU), pero su talento realmente brilla cada vez que rompen el protocolo para desafiar el estereotipo de la mujer negra fuerte. 

Bassett ha interpretado a un buen número de heroínas desafiantes (Tina Turner, Betty Shabazz, Rosa Parks) y canaliza esa energía como la Reina Ramonda; cada oponente que pone a prueba su temple, luego lo lamenta. En la sede de las Naciones Unidas, Ramonda pronuncia un discurso sobre el poder de su país, que no ha disminuido tras la muerte de su rey, e ilustra su punto de vista sacando a relucir a los atacantes que se infiltraron en un centro de investigación de Wakanda y haciendo que se arrodillen ante ella.

Ramonda proyecta austeridad en público, pero en compañía de su familia y de sus consejeros de confianza, baja un poco la fachada y se permite llorar. La sociedad tiende a idealizar la capacidad de resiliencia de las mujeres negras, sobre todo en la pantalla, pero aquí la impresión es más matizada, y más humana. La reina anima a su hija a quemar sus ropas funerarias como acto de catarsis; Okoye se derrumba por no estar a la altura de su posición como general; y la ex espía Nakia (Lupita Nyong’o) afirma que la actitud rígida de la vida cortesana era tan insostenible que tuvo que empezar su vida desde cero. 

Las mujeres del universo Wakanda, entre ellas, la actriz mexicana Mabel Cadena como Namora, mantienen unido el reino, pero entienden los límites del auto-sacrificio, aunque esto les cueste. La Shuri de Wright se mantiene firme a través de una pérdida tras otra en el campo de batalla y en su vida personal. En la primera película era una hermana pequeña y divertida, pero en esta película se ve impulsada por la tragedia hacia la madurez, y Wright capta la fuerza de ese cambio cuando pasa de la agonía a la comprensión y viceversa. En una historia de héroes estándar (Batman, Spider-Man, Iron Man, la lista continúa…), ese dolor se agravaría e inspiraría al justiciero. 

Pero para Shuri, el triunfo solo llega después de la purificación, cuando por fin puede perdonarse a sí misma y derramar una lágrima en memoria de su hermano.

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