La ciencia a veces resulta ‘antintuitiva’, como suele decirse de algunos principios de la relatividad especial o de la mecánica cuántica. En esa línea, Mercurio es, contra toda intuición, el planeta más cercano a todos los demás planetas del sistema solar.
Nuestra intuición muchas veces nos juega malas pasadas. Especialmente cuando la aplicamos a conceptos abstractos como los estudiados por las matemáticas o a la traducción de estos conceptos a los procesos que rigen la naturaleza. La relatividad especial o la física cuántica muchas veces son descritas como antintuitivas. Esto no debería hacerlos dudar de su veracidad, mientras las rigurosas matemáticas apoyen sus resultados. Al fin y al cabo, el universo no tiene por qué regirse por normas que parezcan “intuitivas” al cerebro de los humanos. El hecho por ejemplo de que la velocidad de la luz sea constante independientemente de la velocidad del observador que la mida o que la mecánica cuántica nos diga que una partícula como un electrón no tiene una posición definida y concreta hasta que se mide, no son ideas intuitivas para un cerebro humano, pero aún así son completamente ciertas.
La astronomía está repleta también de nociones difíciles de comprender a primera vista, como las inconcebibles distancias que separan unas estrellas de otras de cada galaxia o más todavía las distancias que separan a diferentes galaxias entre sí. También las masas, densidades o energías emitidas por algunos objetos astronómicos pueden resultar abrumadoras cuando intentamos comprenderlas en términos de aquello a lo que nos hemos acostumbrado en nuestro día a día. Pero realmente no hace falta irse hasta galaxias lejanas ni hasta el interior de un agujero negro para experimentar esta bonita sensación de confusión controlada que puede brindarnos la ciencia.
Existe un hecho, que da título a este artículo, que resulta completamente antintuitivo de primeras, pero que es estricta y matemáticamente cierto. Este es el hecho de que Mercurio, el más pequeño e interior de los planetas del sistema solar, es el más cercano (de media) a todos los demás planetas. Esto es posible gracias a la aclaración entre paréntesis, porque aunque ocasionalmente pueda haber un planeta más cercano a otro, de media es Mercurio el que se sitúa más cerca de todos y cada uno de los planetas. Es decir, aunque en ocasiones concretas Júpiter pueda ser el planeta más cercano a Saturno, como ocurrirá cuando Saturno se encuentre en oposición con respecto a Júpiter, cada varios años, el gigante anillado pasará más tiempo alejado del gigante gaseoso que cerca de éste.
Por tanto, si trazamos un círculo con centro en Júpiter y su perímetro cortando la órbita de Mercurio, veremos que habrá más porcentaje de la órbita de todos los demás planetas situado más allá del círculo que dentro de él. Esto para algunas combinaciones de planetas será obvio y para otras no tanto, aunque seguirá siendo cierto. Por ejemplo, si nos preguntamos qué planeta está más cerca de la Tierra, si Mercurio o Neptuno, la respuesta será sin posibilidad de dudas Mercurio. De hecho Mercurio estará siempre (y no de media) más cerca de la Tierra que Neptuno. No habrá ningún punto de la órbita de Neptuno, que se sitúa en torno a 30 unidades astronómicas del Sol, que lo lleve a acercarse a la Tierra más que Mercurio.
Pero si por otro lado nos planteamos la misma pregunta para el caso de Neptuno, deja de ser tan evidente. Es decir, si nos planteamos qué planeta se encuentra de media más cerca de Neptuno, si Mercurio o Urano, más de una persona dudará al dar la respuesta. Otra vez, la respuesta correcta será Mercurio. Aunque Neptuno llegue a estar más cerca de lo que jamás podría estar Mercurio en un punto concreto de su órbita, de media otra vez estará más cerca Mercurio.
Esto se debe simplemente al hecho de que la órbita de Mercurio es la más pequeña de todas las órbitas entre los planetas del sistema solar. Por tanto la diferencia entre su distancia mínima a Neptuno y su distancia máxima, apenas supone un pequeño porcentaje de diferencia. Este es también el motivo por el cuál tardamos mucho más en visitar Mercurio que otros planetas del sistema solar más distantes a la Tierra. Por ejemplo, hubo sondas que sobrevolaron antes Marte y Júpiter que Mercurio y de hecho pasaron más de 11 años entre el primer sobrevuelo de una sonda cerca de Venus y el primer sobrevuelo de Mercurio. La sonda que hizo esta primera visita al diminuto planeta fue la Mariner 10, de la NASA y este sobrevuelo tuvo que esperar hasta 1974, cinco años después de que los primeros astronautas se posaran sobre la superficie de la luna. Durante estos acercamientos a Mercurio, la Mariner 10 descubrió una finísima envoltura de helio alrededor del planeta, descubrió que tenía campo magnético y que poseía un gran núcleo de hierro, además de descubrir que la diferencia entre la temperatura alcanzada durante el día y la noche eran las más diferentes registradas en el sistema solar.