En entrevista , la pintora de 22 años habla sobre su trabajo, sustentado en la tristeza, «ese sentimiento que nos une como humanos y por lo mismo es muy poderoso
De niña, no pocas veces le llamaron la atención por rayar las paredes de su casa. Más adelante, en la adolescencia, encontró refugio en la música y estética emo, movimiento juvenil que provocó debates acalorados en la primera década del siglo XXI. Y de esa exaltación de la tristeza partió para retomar los rayones, pero ahora, a sus 22 años, sobre lienzos.
Cassie Huygens no duda al exponer sus recuerdos porque conforman la genealogía de su arte: es pintora, pero también es cantante – estudió con la doctora Cynthia Fragoso – y alguien perspicaz al compartir sus ideas. “Me considero una alquimista del alma”, dice en entrevista vía Zoom.
Sobre sus primeras obras, la creativa, que domina la acuarela, dice que eran “una forma de plasmar mi propio sufrimiento en papel, así se hacía mucho más fácil de entender”, pero pronto comprendió que los artistas funcionan como “un espejo para las personas porque ellos ya procesaron estos sentimientos y situaciones muy complejas que no pueden ser fácilmente expresadas en palabras”.
“Con una imagen o una melodía, te están diciendo lo que sientes y dices ‘Me siento así, me siento menos solo’, y eso es lo que el arte hizo en un momento para mí, entonces me gusta ser capaz de darle eso a otra persona”, explica sobre su trabajo, que tiene como tema recurrente los sentimientos humanos.
Los ojos son un elemento común en las piezas de Cassie, que también suele plasmar mascotas y retratos a comisión. “Tengo una obsesión con los ojos, creo que es la cosa que más me chulean, tan expresivos, tan llenos de vida. Para mí eso de los ojos son la ventana del alma, creo que sí”.
A través de estos recovecos de lágrimas, la artista refleja el quebranto social actual: “Creo que todo mundo está roto; es lo que nos une como humanos, que todos estamos tristes, y que si bien no todos pasamos por lo mismo o estamos sufriendo al mismo nivel, es algo en lo que nos podemos abrazar”.
Entonces, ahonda en la tristeza: “Es un arma de rebelión porque es el sentimiento que nos une como humanos y por lo mismo es muy poderoso. Por lo tanto, es aterrador para los sistemas, porque la gente triste es contestataria, la tristeza es contestataria, y es que cuando alguien está triste se detiene a mirar hacia sus adentros, a cuestionar cosas, y eso puede asustar a muchas personas”.
Esto explica que años atrás Cassie encontró cabida en el movimiento emo: “Era una cuna para gente rota, para gente que la sociedad había enfermado y después se burlaron de ellos”. Actualmente, en tiempos post pandémicos, dicho movimiento experimenta un renacimiento gracias a TikTok.
De la felicidad, resalta su fugacidad: “Es un suspiro, es un pequeño fragmento de las cosas que se pueden vivir siendo un ser humano”.
“Es bella, pero es un sentimiento más, no creo que la gente debería vivir su vida tratando de buscar un estado de felicidad contante porque eso es apagarse uno mismo, estás en un monotema todo el tiempo; claro que la tienes que experimentar, pero no perseguirla todo el tiempo”, agrega.
Huygens comenzó formalmente su trabajo pictórico tras una depresión “muy fuerte” que experimentó en 2017; después de terapias y diagnósticos, «me volqué a crear un mundo para mí misma donde las cosas funcionan y las entendiendo”.
“Sí es difícil, sin embargo, no me gusta perpetuar esta idea que el artista sufre. Pero es difícil porque no vivimos en una sociedad donde el arte se inculque como algo necesario para el desarrollo humano, en las escuelas no les dan materias que aporten sobre el arte real, y si se las dan es Historia del arte… un aburrimiento total. Entonces, al no tener esa apreciación por la sociedad, es una carrera muy de nicho”, comenta.
Asimismo, es consciente de que para desarrollar un camino artístico a plenitud necesitas “cierto nivel de libertad económica”, aunque no cree que las personas triunfan solo por el hecho de tener «algún tipo de privilegio».
La pintora revela que no le debe su formación a una institución ni a un mentor de renombre: es autodidacta.
“Estoy enfocada en mejorar mi técnica, más porque soy ‘autodidacta’, y lo digo entre comillas porque todos aprendemos de alguien más. No estoy en una carrera universitaria, pero quiero ganarme el derecho de decir que estoy estudiando y echándole ganas”, cuenta la admiradora de Remedios Varo y Leonora Carrington.
De comenzar con comisiones – «el primero que vendí fue un mosaico de ojos en medio de unas nubes, era yo fantaseando con un multiverso de personas de las que me pude haber enamorado -, Cassie poco a poco comercializa más temas que nacieron de sus ideas, un indicador de su progreso ante un panorama lleno de réplicas y reinvenciones.
«A la idea de ser la tía millonaria ya renuncié – asegura -. Tengo ambiciones en lo económico, pero no es lo que más me importa; lo que me importa es vivir de ello, con eso soy feliz, tampoco me importa el sector fama. Incluso me gustaría ser docente de arte, creo que es una buena manera de infiltrarme».
Por último, Cassie Huygens, que detesta a los artistas ‘starter pack’ -«Esos de ‘Leo cartas del tarot, prendo inciensos… No los tolero» – y que paulatinamente ha ido demostrando su familia que lo suyo no es un simple hobbie, comparte su definición del amor:
«El amor es una naranja, diría Homero Simpson… Es más simple de lo que la gente cree, lo que pasa es que muy a menudo se ve infectado con muchas cosas del exterior; para mí no es pasión o esta cosa desgarradora que está en llamas, es algo muy pacífico, es un lugar seguro. Para mí, el amor es pureza».