
El 30 de octubre de 2003, Letizia Ortiz era la periodista que presentaba el telediario de TVE. Felipe de Borbón, príncipe de Asturias y heredero del trono español. Llevaban meses manteniendo en secreto una relación que surgió tras una cena organizada un año antes por Pedro Erquicia, supuestamente a petición de don Felipe, que tenía mucha curiosidad por conocer a la periodista. La primavera siguiente, don Felipe se hizo con el teléfono de Letizia, la llamó, quedaron y comenzaron una relación que cada vez se hacía más estrecha. Cuando las cámaras de la televisión pública, para la que la ovetense trabajaba, inmortalizaron el saludo entre ambos en una de las salas del hotel de la Reconquista de Oviedo habilitadas para que TVE cubriera los premios Príncipe de Asturias presididos por don Felipe de Borbón, estaba a punto de estallar la noticia.

Así fue la semana en la que la vida del entonces príncipe Felipe y la periodista de TVE cambió para siempre.
El 31 de octubre de 2003, Terelu Campos, presentadora de Con T de tarde de Telemadrid, dio la noticia del noviazgo. Letizia tenía 31 años. Don Felipe, 35. Aquel día aún no podían imaginar cómo precipitarían los acontecimientos. Se ha dicho que esa vez don Felipe se plantó ante las posibles dudas que pudiera provocar la relación y dijo que si no se aceptaba a Letizia estaba dispuesto a dejarlo todo, contó Pilar Urbano a Risto Mejide. Para no alimentar rumores sobre la periodista divorciada que no formaba parte ni de la aristocracia ni de ninguna familia poderosa del país, la Casa Real tardó solo unas horas en confirmar la relación un día como hoy hace dos décadas, el 1 de noviembre, y anunciar el compromiso de la pareja, cuya pedida de mano tendría lugar el 6 de noviembre, cinco días después.
Por supuesto, Letizia Ortiz tuvo que dejar el telediario. Lo presentó por última vez ese mismo 31 de octubre. Hizo las maletas apresuradamente, se despidió del portero diciéndole que se iba de viaje y dejó su piso de Valdebernardo para instalarse no demasiado lejos, en el palacio de la Zarzuela, donde vivió hasta su boda, el 22 de mayo de 2004, recibiendo formación para ser princesa.

El 3 de noviembre de 2003 Letizia y Felipe comparecieron juntos por primera vez. Escogieron como escenario los jardines del Pabellón del Príncipe, su actual residencia. Don Felipe expresó la “muchísima alegría” que sentía por “manifestar lo feliz que me hace nuestro compromiso y lo enamorado que estoy de Letizia, la mujer con la que quiero compartir mi vida y formar una familia”, dijo ya aquel primer día. Letizia, por su parte, afirmó que entendía “la sorpresa que ha causado esta decisión a casi todos, pero es una decisión madura, fruto de reflexiones muy intensas y, sobre todo, con el peso y la solidez del profundo amor que nos tenemos y del proyecto común que iniciamos”. Se presentó ante España como una “periodista” que hasta casi ese mismo momento había “ejercido mi profesión con ganas, con ilusión, con fuerza y de esa misma manera ahora afronto lo que ahora iniciamos, con responsabilidad, con ilusión y con vocación de servicio a España y a los españoles”. No se soltaron de la mano (o del brazo), se miraron enamorados, y así siguieron cuando, unas horas después, acompañaron a los entonces reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, al Teatro Real de Madrid junto a los duques de Lugo, la infanta Elena y Jaime de Marichalar, y la princesa Irene de Grecia. Asistían, juntos por primera vez, a un concierto en el Real. Lo ofrecía el violoncelista ruso amigo de la familia real, Mstislav Rostropovich, como celebración del cumpleaños –un día antes– número 65 de doña Sofía. Este fue su primer acto oficial, la primera vez que Letizia se sentaba junto a la familia real en el palco de honor del Teatro Real.

Letizia escogió para este primer día un estilismo muy sencillo con una fórmula ya seguida en televisión y que repetiría en sus primeras apariciones públicas: una chaqueta y un pantalón. Su primer conjunto fue, de hecho, del ropero de la tele: una chaqueta blanca y un pantalón negro. Algo más pudo escoger para el día del compromiso. Pidió a una amiga, delegada de Armani en Madrid, que la ayudara ante el aprieto en el que estaba. Cuando la tienda cerró al público pudo ir Letizia con su amiga a buscar atuendo, y dieron con el traje blanco que forma parte de la historia de amor de los actuales reyes. El 6 de noviembre de 2003, en el patio de los Austrias del palacio de El Pardo, la expectación ante el compromiso sorpresa del heredero al trono era máxima. Allí se presentaron los protagonistas. Letizia con su traje de Armani con cuello de chimenea; don Felipe, con traje de raya diplomática.

Acompañaron a la pareja familiares por ambas partes. En la foto de familia están, aparte de Letizia y Felipe y los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin, la infanta Elena con Jaime de Marichalar –las parejas aún seguían juntas– y las infantas Pilar y Margarita con sus hijos. La familia de la periodista era aún una completa desconocida. Se presentaron acompañando a Letizia sus padres, ya divorciados, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano, y sus hermanas, Telma y la fallecida Erika con su pareja Antonio Vigo, además de varios de sus primos, entre ellos David Rocasolano –autor del libro que los separaría, Adiós, princesa–.
La futura princesa de Asturias mostró el anillo de compromiso que el príncipe le había regalado, correspondido por ella con unos gemelos de oro y zafiros. Y se produjo ahí el comentado momento en el que Letizia Ortiz mandó callar a su prometido, pidiéndole que le dejara terminar de hablar. “Está claro que a partir de ahora y de forma progresiva voy a integrarme en esta nueva vida con las responsabilidades que conlleva y con el apoyo y el cariño de…” El príncipe trató de intervenir entonces, a lo que ella respondió sin titubeos con un “déjame terminar”. “Con el cariño de los reyes y el ejemplo de la reina doña Sofía», pudo finalmente concluir la hoy reina. La anécdota se recuerda desde entonces cada mes de noviembre.