Madres y hermanas de desaparecidos tienen pistas de que sus jóvenes familiares fueron capturados por el crimen para trabajar de manera forzada en Nayarit, Michoacán, Zacatecas y Jalisco.
Indagaron, se arriesgaron y se tienen indicios de que al jovencito Joaquín lo tienen vendiendo drogas en comunidades de Zacatecas y Jalisco, o que los últimos rastros de María de los Ángeles llegan a Aguililla, Michoacán; también sus parientes registran que un integrante del cártel pidió que dejaran de buscar a su hermano Alejandro, quien fue visto por última vez en Tonalá, Jalisco.
Las tres denuncias que describen estas desapariciones están focalizadas en Nayarit, desde donde las víctimas salieron para buscar trabajo, comprar ropa o simplemente pasear.
testimonios de madres y hermanos cuyos familiares fueron víctimas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero también de la indolencia y negligencia de las distintas fiscalías estatales del occidente mexicano. Las propias investigaciones de estas familias documentan que sus consanguíneos fueron capturados por el crimen organizado.
En Nayarit, Michoacán, Zacatecas y Jalisco, el CJNG expande cruelmente sus dominios. Una forma de operar y reforzar su capital humano y operativo es “levantar” jóvenes y jovencitas con fines de esclavitud, para ponerlos a vender droga, y para realizar actividades de sicariato, probablemente con fines de trata, en las zonas serranas.
El viacrucis de los familiares de las personas “levantadas” es recorrer fiscalías regionales sin encontrar respuestas pero sí mucha negligencia y omisiones.
A sus víctimas, después de un adiestramiento que incluye torturas y golpes, el único estímulo a modo de paga que les da “el Cártel” es: “Trabajas, sí o sí, en caso de que quieras que tú y tu familia sigan con vida”.
Con más de 113 mil personas desaparecidas en el país, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), el crimen organizado sigue siendo el responsable de miles de ausencias.
Las entidades dominadas por el CJNG concentran el 26 por ciento: en Jalisco se registran 14 mil 927 casos, en Michoacán 5 mil 608, en Zacatecas 3 mil 768 y en Nayarit mil 805.
“Su hijo está vivo, lo estamos adiestrando”
Joaquín Gómez Orozco, de 17 años que estudiaba preparatoria y programación, salió de su casa en la capital de Nayarit el 30 de marzo del 2023. Llevaba una solicitud de empleo que le ayudó a llenar su madre y se dirigía a las tiendas Coppel y Cuidado con el Perro para buscar reforzar el ingreso familiar previo al periodo vacacional. No se sabe si consiguió el empleo, pero el hecho es que no volvió a casa.
Desde hace nueve meses lo busca su madre, Alejandrina Orozco Romano, quien interpuso la denuncia NAY/TEP/CI/01774/2023 en Tepic. La querella fue turnada también a Zacatecas, entidad donde las autoridades se declararon “incompetentes”.
“Cuando puse la denuncia, me dijeron en la Fiscalía en Tepic: ‘A lo mejor su hijo se fue de vacaciones’. ¡Mi hijo nunca faltaba a dormir!, junto con sus amigos distribuimos en Tepic mil fichas de búsquedas… Un joven se me acercó en avenida México y Allende, para decirme: ‘¿Es su hijo Joaquín Gómez?, a él se lo llevó la gente del Cártel… a Tala, a Jalisco’”.
Días después, un desconocido dejó un mensaje de texto en el celular de la hermana de Joaquín, le reiteró que lo tendrían tres meses “incomunicado” y “adiestrando” en Tala, Jalisco para trabajar para el cártel: “Ustedes espérense, él se va a comunicar”.
Alejandrina no pudo obtener más información. Una semana de insomnio, zozobra e incertidumbre. El día 7 de abril, su teléfono celular sonó; era Joaquín, que con voz temerosa fue directo al grano: lo tenían “trabajando” vendiendo droga en El Obraje, Zacatecas, y otras localidades en Los Pinos y Ojuelos, así como de las zonas serranas de Jalisco.
El Obraje, de apenas dos mil 500 habitantes, se localiza a 111 kilómetros del municipio de Lagos de Moreno, Jalisco. Una demarcación conocida por las peregrinaciones a la Virgen de San Juan de Los Lagos, pero de alta operatividad criminal por parte del CJNG. Esta ruta es crucial para el trasiego de drogas en los poblados de Jalisco, Guanajuato, Michoacán y Zacatecas.
“Me pidió ayuda… me dijo que tenía mucho miedo. Me pudo marcar porque quienes lo tienen retenido habían bajado a comprar a un Oxxo; que estaba bajo el mando de un comandante de origen colombiano que lideraba varías estructuras. Hablamos como 15 minutos. Me marcó de un número desconocido, ese día estuvimos conversando en diversos momentos, pero desde ahí, ya no he vuelto a saber de él”.
Alejandrina Orozco señala que incluso acordó con su hijo que le pusiera una “manita arriba” en el inbox de Facebook, cuando le pudiera marcar o mensajear. Platicaron sobre su estado de salud y las amenazas de las que era objeto. Alcanzó a contarle a su madre que a él y a otras decenas de jóvenes los tenían viviendo en un lugar abandonado cerca de El Obraje.
“Fui a la Fiscalía en Tepic. También a Ciudad de México, para pedirle ayuda al presidente [López Obrador] y nada pasó. Me manifesté afuera de la Suprema Corte, y ahí se comprometieron a hacer la sábana de llamadas. Pedí que intervinieran la sábana de llamadas del teléfono que el cártel le dio a mi hijo para ‘trabajar’, y me respondieron que eso no lo podían hacer, que no podían –hágame el favor– vulnerar sus derechos [de los criminales], pero los derechos de mi hijo secuestrado, esos sí se pudieron vulnerar”.
Días después de que su hijo hizo contacto, presa de la desesperación Alejandrina telefoneó al número del cual le marcó su hijo. Le contestó un hombre, de voz grave y escueta y un marcado acento colombiano. La señora le pidió saber algo de su hijo, lo hizo en un tono amable y hasta con ciertas reverencias para evitar la furia del victimario.
El sujeto al otro lado del celular le contestó, evasivo: “¿Dice que su hijo se llama Pablo Joaquín? Yo ando en unas bodegas, nosotros contratamos albañiles, tenemos a muchos muchachos (sic)”.
En una segunda llamada, Alejandrina alcanzó a escuchar cómo intimidaron a un joven. Alguien gritaba: “¡tápale la boca bien!”. El colombiano volvió a tomar el teléfono y dijo a la señora Orozco: “No, su hijo aquí no está, él se fue con otro arquitecto (sic), su hijo está en otro grupo, no quiero que vuelva a marcar aquí”.
El celular fue desactivado días después. Alejandrina intentó rastrearlo, y apenas en diciembre de 2023 descubrió que a ese teléfono habían sido ingresadas varías tarjetas SIM. En tanto, refiere la atribulada madre, la Fiscalía de Nayarit no hace investigación alguna y la de Zacatecas de plano rechazó coadyuvar en las diligencias de búsqueda.
La mamá de Joaquín Orozco revela sentirse en un juego macabro, en donde ninguna autoridad quiere tomar la pelota y se la echan unos a otros. “¿No están investigando quien tiene a mi hijo?, juegan con los desaparecidos como si jugaran ping-pong”.
El sobrino la entregó al cártel
María de los Ángeles Herrera es una mujer que a sus 26 años salió de su casa el 7 de diciembre del 2020, en un viaje de paseo desde Tepic a Aguililla, Michoacán. Pero lo último que María Guadalupe Herrera, su madre, supo de ella, fue que hizo una parada en Antúnez, Michoacán, para dejar su maleta en casa de una prima, y de ahí salió a hacer una simple recarga telefónica. Luego de eso seguiría su camino hacia Aguililla –a 105 kilómetros de ahí–, pero ya no regresó. Su maleta sigue esperándola.
“De la Fiscalía de Nayarit mandaron la carpeta a la de Michoacán, [pero] a los dos o tres meses, la carpeta había sido remitida por incompetencia del estado. A mí no me quisieron dar copia de la carpeta, no he tenido apoyo de ningún gobierno. Yo siento que los gobiernos de Michoacán y de Nayarit se han burlado de mí…”.
María Guadalupe, quien económicamente se encuentra en una situación precaria por no tener un trabajo estable, recordó un hecho extraño: antes de que su hija se fuera de viaje, cruzó muchos mensajes con una persona a través “del Féis”. No le dio la importancia necesaria y posteriormente se enteraría que su hija, en realidad, chateaba con alguien que trabajaba para el CJNG.
“Por medio de mi sobrino supe que mi hija sí llegó a Aguililla, no se quedó en Antúnez, y él me dice que los del cártel los levantaron a los dos. Al muchacho lo regresaron muerto y a mi hija no la volvieron a ver”.
En un video que circuló en redes sociales, un joven, atado de pies y manos, es privado de la vida. Él es el mismo con quien María de los Ángeles chateaba con frecuencia días antes, y con quien se encontró en Michoacán. En el video, sin embargo, no aparece la joven de 26 años oriunda de Nayarit.
“Mi sobrino los entregó”, asegura María Guadalupe Herrera, quien explica que este pariente, preso por secuestro –no por la desaparición de su prima María de los Ángeles– no le quiere revelar nada más. Él se encuentra en el Penal Venustiano Carranza en Tepic, y la señora ha intentado ingresar al centro para hablar con él y forzarlo a hablar sobre el paradero de la joven. Su solicitud, sin embargo, ha sido negada por la autoridad penitenciaria.
A la casa de la familia Herrera han llegado telefonemas extraños, con clave Lada oriunda de Michoacán. Por ahora las carpetas de investigación NAY/TEP/111/CI/24092020 y CEAV/DR//ATTM/4414/2023 no muestran avance alguno.
Quien más sufre la desaparición de Ángeles es su hija de nueve años. Ella cursa tercer grado de primaría y no se le puede explicar de forma concreta qué sucedió. Lo único que la niña alcanza a comprender es que su madre iba sólo unos días de paseo a la michoacana Aguililla.
Gobiernos indolentes y medrosos
La desesperación de Claudia Laguna González, de 41 años, es palpable. Desde el 10 de mayo de 2023 su hermano Alejandro salió con rumbo a Tonalá, Jalisco, para comprar ropa y accesorios para hombres que después vendería en Nayarit, pero es la fecha que no se sabe nada de él. Gracias a las propias investigaciones de Claudia se desprende que su hermano de 28 años, fue “levantado” por el CJNG en una lonchería de Tonalá, ese Día de las Madres.
En las carpetas de investigación NAY/TEP/CI/2044/2023 en Nayarit y en la CI/40093/2023 de Guadalajara, se consigna que hubo una llamada de amenazas a otra hermana de Claudia, en la cual un sujeto que se identificó como personero del CJNG les pedía dejar de buscarlo, de interponer denuncias y de hacer ruido sobre el caso o acabarían muertas igual que el joven desaparecido.
“A mi hermana le comentaron que le habían quitado la vida a Alejandro… y una entra en shock. Le dije a mi hermana que estaba loca, que eso no era posible, pero al final fuimos a poner la denuncia en Jalisco”. Posteriormente llamaron a las hermanas a reconocer un cuerpo que coincidía en algunos rasgos con los de su hermano; fueron al Semefo con todo el miedo pero comprobaron con alivio que no era él.
Claudia Laguna asegura que el celular de su hermano fue manejado por otra persona el mismo 10 de mayo, suplantaba su identidad y supuestamente respondía mensajes a la familia y aseguraba que estaba bien. “Tú sabes cómo te contesta un familiar en el WhatsApp y no, no era mi hermano”, asienta.
Las fiscalías tardaron 25 días en obtener la sábana de llamadas del celular de Alejandro Laguna. La familia repartió fichas de búsqueda en varios municipios de Jalisco y subieron su fotografía a grupos de búsqueda en Facebook. Gracias a esas acciones, unos testigos entraron en contacto con las y los buscadores y les confirmaron que el joven efectivamente desayunó el 10 de mayo en una lonchería de Tonalá, cuando fue “levantado” por gente que trabaja para el CJNG.
“Alguien más escribió en un grupo de Facebook que al muchacho que andaban buscando sí le habían quitado la vida. Lamentablemente ni la Fiscalía de Jalisco ni la de Nayarit investigan nada. Nosotros hemos hecho de todo, nos hemos manifestado en Casa Nayarit, hemos ido muchas veces a Guadalajara, sólo nos falta hacer huelga de hambre”.
La familia Laguna recurrió a Acciones Urgentes de la Organización de las Naciones Unidas pensando que así obtendría una respuesta rápida, pero únicamente logró que el caso se recibiera por parte de la Fiscalía Especializada de Desapariciones de Jalisco, con sede en Guadalajara. Ahí el fiscal de Mesa y Policías Ministeriales apenas atinó a decir: “¡Uy, donde desapareció su hermano, donde arroja la sábana de llamadas, es una zona muy conflictiva, a veces ni nosotros podemos entrar, ¡nos da miedo!”.
Claudia Laguna lamenta que en estos nueve meses hayan sido víctimas del cártel, pero también lo han sido de gobiernos indolentes e incompetentes y de policías indiferentes y temerosos.
Peor aún, la pareja del desaparecido Alejandro recibió llamadas telefónicas de extorsión, justo cuando desde la Fiscalía se hicieron públicos los números de contactos de la familia. Antes de su desaparición, el joven se dedicaba a vender ropa y tenis con sus hermanas, y tenía algunos meses que había dejado de operar una verdulería que él mismo administraba.
“Hubo además una revictimización brutal hacía mi hermano”, dice su hermana Claudia. En la ficha de búsqueda de Alejandro, por cierto toda borrosa y poco práctica para facilitar la búsqueda, le inventaron un alias, El King. “Mi hermano no tiene ese apodo, no tiene ninguno, me queda claro que lo quisieron criminalizar”, denuncia su familiar.