Sean Baker, director independiente, gana la Palma de Oro en Cannes con Anora, una película que explora la vida de una bailarina exótica y aboga por la desestigmatización del trabajo sexual, consolidando su estilo de realismo social con toques de comedia.»
El interés de Sean Baker por explorar la vida de las trabajadoras sexuales comenzó con su drama de 2012, Starlet. En esa cinta, que se desarrolla en el mundo del cine para adultos en el Valle de San Fernando, Baker dedicó tiempo a escuchar las historias de estas mujeres. Algunas participaron como actrices en la película, y muchas de ellas se convirtieron en sus amigas.
«Recuerdo estar en el set y que Radium Cheung, mi director de fotografía, dijera: ‘Aquí hay otra película completa. Y aquí también», rememora Baker. «Hay un millón de historias que contar en este mundo'», comentó.
Desde entonces, Baker ha viajado por diversas regiones de Estados Unidos para ambientar sus películas, explorando desde panaderías en West Hollywood hasta áreas industriales en la zona rural de Texas. No obstante, su interés en la vida de las trabajadoras sexuales ha sido una constante. Su película Tangerine (2015), filmada con un iPhone, sigue a dos trabajadoras sexuales trans de Los Ángeles en busca de venganza contra un novio infiel. En The Florida Project (2017), una madre soltera recurre al trabajo sexual para poder mantenerse a sí misma y a su hija en un motel de Orlando. En Red Rocket (2021), Baker aborda con humor la vida de un actor porno en decadencia.
Con su más reciente película, Anora, protagonizada por Mikey Madison como una bailarina exótica de Brooklyn que se casa repentinamente con el hijo de un oligarca ruso, Baker alcanzó un hito importante al ganar la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes a principios de este año. Durante la ceremonia, Baker aprovechó la plataforma para abogar por la desestigmatización del trabajo sexual, dedicando el premio «a todas las trabajadoras sexuales, pasadas, presentes y futuras».
Este reconocimiento marcó un punto culminante para Baker, de 53 años, quien siempre ha considerado al festival francés como la cumbre del cine mundial. «Era el sueño. Después de algo así, entras en una especie de crisis existencial. Todavía lo estoy procesando», comentó Baker en una entrevista reciente. «No se trata de abrir puertas ni de buscar entrar en los estudios de cine. En realidad, es todo lo contrario. Bien ahora podemos seguir haciendo lo nuestro'», comentó.
Baker, cineasta profundamente independiente, se siente más cómodo detrás de la cámara que bajo los reflectores. Sus películas, de la misma manera, se centran en comunidades y subculturas de Estados Unidos que rara vez son narradas. Samantha Quan, productora de Anora y esposa de Baker, señala que siempre ha estado interesado en «personas y situaciones que existen, pero que la sociedad prefiere ignorar».
Con Anora, considerada una de las películas más destacadas del año y candidata fuerte a los Premios de la Academia, Baker se ha acercado más que nunca a la cultura popular. Se espera que la película compita en varias categorías, incluidas la de Mejor Película y Mejor Actriz, gracias a la aclamada actuación de su joven protagonista.
A lo largo de su carrera, Baker ha seguido un camino poco convencional para los estándares actuales del cine. Sin interés en la televisión o las grandes franquicias cinematográficas, sigue comprometido con el cine independiente de pantalla grande. Sus películas, construidas a partir de experiencias de la vida real y una profunda investigación, combinan comedia con realismo social. Anora es un raro ejemplo de cine que logra dialogar tanto con el realismo social de directores británicos como Mike Leigh, uno de los favoritos de Baker, como con la farsa de maestros del cine clásico como Ernst Lubitsch.