Familiares, colegas, discípulos y amigos le dieron el último adiós al intelectual, filósofo y teórico Enrique Dussel Ambrosini (1934-2023), quien falleció el domingo pasado.
Tras el acto luctuoso de despedida (en una agencia funeraria de Félix Cuevas) que se realizó este martes a partir de las 13 horas, los restos mortales de Dussel fueron cremados alrededor de las 20:30 horas.
Los últimos años de su vida, comentó Dussel Peters, «los dedicó a la relevancia de la estética, vinculado al pensamiento de la filosofía y la teología de la liberación, un pensamiento que fue muy innovador, que llamaba mucho la atención, incluso a los conocedores del pensamiento de mi padre Enrique Dussel».
Esperamos, agregó Peters, que en fecha próxima se organicen distintos reconocimientos, pero eso dependerá de las instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en donde su figura y su pensamiento es muy reconocido y respetado, «pues lo que le daba mucho gusto a mi padre era impartir a los estudiantes distintos Seminarios».
Mi padre no sólo estaba cercano a los estudiantes y maestros universitarios, «sino también a la gente de base, a las comunidades de base política. Es reconocido en distintos ámbitos académicos, así como en los ámbitos del activismo y formación política».
Para el periodista e investigador, coordinador de la sección de Opinión de La Jornada, Luis Hernández Navarro, «Enrique Dussel fue hasta hace unos días el pensador y filósofo vivo latinoamericano más importante».
«Construyó una obra portentosa y muy compleja. Incursionó en los terrenos de la política, la filosofía, la teología de la liberación, de la ética y la estética, para crear un sistema de pensamiento, anclado profundamente en la historia».
Ese pensamiento «se desarrolla desde el sur, de lo que se llama el sur global. De tal manera que, desde su llegada a México, en los años de la década de los 70 (debido a que su casa en Argentina recibió un bombazo por la derecha de ese país), se comprometió todavía más, al calor de la llamada teología de la liberación y la sociología, para la transformación y la emancipación social».
De ahí que, con su fallecimiento, deja un enorme hueco intelectual, destacó Hernández Navarro.