La inflación en México mostró un notable repunte en octubre de 2024, alcanzando un 4.76%, de acuerdo con el reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Este aumento rompe con la tendencia de desaceleración observada en los tres meses anteriores, presentando un crecimiento mensual de 0.55% en comparación con septiembre.
Entre los factores que han contribuido a este incremento se destacan los precios de los productos agropecuarios y energéticos. La eliminación del subsidio a las tarifas eléctricas de verano también ha jugado un papel crucial, afectando de manera directa los costos para los consumidores. Estos componentes han ejercido una presión significativa sobre el índice de precios al consumidor, reflejando un entorno económico cada vez más desafiante.
El alza en la inflación tiene múltiples implicaciones para la economía nacional. Por un lado, afecta el poder adquisitivo de los hogares mexicanos, quienes ven cómo sus ingresos pierden valor ante el aumento de los precios. Por otro, plantea retos para las políticas económicas del gobierno, que deberá balancear medidas para contener la inflación sin frenar el crecimiento económico.
Los analistas económicos advierten que, de continuar esta tendencia alcista, el Banco de México podría verse obligado a ajustar su política monetaria, posiblemente incrementando las tasas de interés para controlar la inflación. Este tipo de medidas, aunque necesarias, puede tener efectos secundarios en la actividad económica, enfriando el consumo y la inversión.
En este contexto, se vuelve crucial monitorear los desarrollos en los precios de los bienes y servicios, así como las respuestas de las autoridades económicas. El desafío será encontrar un equilibrio que permita contener la inflación sin sacrificar el crecimiento y bienestar de la población.