Este sitio se encuentra fuera de los circuitos habituales del turismo de masas, y destaca por sus iniciativas sociales y culturales hacia los ecosistemas.
Nika es una pequeña isla que forma parte de la República de las Maldivas, un país insular de 298 kilómetros cuadrados de tierra firme y poco más de medio millón de habitantes, situado en el Océano Índico, al sudoeste de Sri Lanka e India.
Se trata de un archipiélago constituido por mil 192 islas coralinas, de las que sólo 203 están habitadas, y agrupadas en una doble cadena de 26 atolones, según la Oficina de Información Diplomática, del Gobierno español.
Las Maldivas no son sólo el país más plano del mundo, con una altitud máxima de 2,4 metros sobre el nivel del mar, sino que además son uno de los lugares más bellos del planeta adonde se puede viajar actualmente.
Es “un paraíso tropical con playas de arena blanca rodeadas de palmeras, aguas cristalinas, alojamientos sobre el mar, espacios solitarios y exclusivos, arrecifes de coral, peces de todos los colores y una magnífica gastronomía”, explica un vocero de la agencia Maldivas Arenatours.
En este “sueño hecho realidad, que envuelve de belleza los lujosos hoteles que lo habitan, no existen el tiempo ni las obligaciones, la única norma es disfrutar”, destacan.
La isla ofrece al viajero todas estas delicias y goces propios de un Eden terrenal, sumándole dos valores añadidos: No está sujeta a la dinámica del turismo de masas que para algunos observadores está redefiniendo la esencia de las Maldivas, y ha sido proclamada como la Primera Isla Gentil del Mundo.
La primera «Isla Gentil» del mundo ha sido bautizada oficialmente de ese modo por el International Kindness Movement, IKM o Movimiento Internacional de la Gentileza, en el que participan más de 300 mil personas y cientos de organizaciones, empresas e instituciones en Italia y otros países.
El movimiento de IKM plasma, mediante proyectos medioambientales, educativos, culturales, sociales, de salud y justicia y de economía consciente, los valores expresados en el libro «Biología de la Gentileza«, coescrito por el biólogo naturalista Daniel Lumera y la bióloga molecular Immaculata De Vivo.
Esta cadena de impactos es lo que ciencia denomina un “efecto de dominó”, señala los defensores de esta teoría.
Aquí también funciona un sistema de autoproducción del agua que evita el uso de botellas de plástico, y además se han sustituido los envases monodosis de plástico para la comida y productos de cortesía en las habitaciones del resort de la isla, por recipientes de cerámica rellenables.
Además se ha inaugurado un sistema de autoproducción agrícola biológica, que produce vegetales mediante acuaponía (cultivo de plantas en tanques y bandejas con agua, la cual es reutilizada en un “ciclo cerrado”). Para el resto de la producción agrícola, se utilizan fertilizantes naturales y la depuración biológica de aguas residuales que permite reutilizarlas en el riego.