Estas son las obras que Konstantín Bogaievsk considero que eran las más importantes
El «bardo de Cimmeria» nació y vivió casi toda su vida en la costa del mar Negro, creando sus fabulosos mundos imaginarios a partir de la espuma del mar y las antiguas leyendas de Crimea. Según el poeta Maximilián Voloshin, nadie sintió la antigüedad de esta tierra con tanta fuerza como Bogaievski.
«La antigua Crimea», 1902
Bogaievski dio sus primeros pasos en la pintura en su Feodosia natal. Allí estudió con el gran pintor marino Iván Aivazovski. Arjip Kuindzhi, a cuyo estudio asistió en la Academia de Artes de San Petersburgo, también se fijó en su talento. Junto con otros estudiantes, Bogaievski realizó expediciones al Volga y Crimea, y luego viajó a Europa, donde conoció a artistas de la Secesión de Viena y estudió el arte de Arnold Böcklin. Ya entonces se sintió atraído por los paisajes de Crimea.
«En Koktebel. La casa de Maximilian Voloshin», 1905
Tras regresar a Feodosia, Bogaievski viajó mucho por Crimea. En Koktebel conoció al poeta Maximilián Voloshin. Les unía su amor por Crimea oriental – Cimmeria, como se conocía a esta tierra en la antigüedad. El poeta escribió mucho sobre el artista y éste ilustró sus libros. Fue una amistad para toda la vida.
«Fortaleza genovesa», 1907
Por algo Voloshin llamaba a Bogaievski el «pintor de la tierra». Instalado en Feodosia, Bogaievski creó cuadros en los que transmitía su peculiar y melancólica visión de las antiguas colinas y montañas de Crimea. Forman parte de su «ciclo cimerio», recuerdos de un pasado lejano. Una historia de siglos parecía concentrarse en estos lienzos luminosos y complejos, donde, de un montón de rocas ásperas bajo un sol abrasador, toman forma de repente las líneas serpenteantes de la fortaleza genovesa. El artista trabajaba sus cuadros hasta el más mínimo detalle: primero dibujaba sobre el terreno, luego pintaba estudios y sólo entonces creaba el cuadro en su forma definitiva.
«Barcos», 1912
En 1909-1910, Bogaievski viajó de nuevo a Europa, donde quedó hechizado por el arte de Claude Lorrain, cuya influencia se reflejó en sus propias obras. Bogaievski reelaboró algunos de los temas del pintor francés, y entonces los contornos de «otro» mundo comenzaron a mostrarse a través de los paisajes clásicos, como si no se tratara de vistas familiares de Crimea, sino de sueños sobre ellas.
Panel decorativo para la mansión de Mijaíl Riabushinski, 1912
Entre los admiradores de su obra se encontraba el industrial y mecenas Mijaíl Riabushinski, que compró cuatro cuadros de Bogaievski y varias acuarelas. Y en 1912 le encargó un panel decorativo para el gran salón de su casa de la calle Málaia Nikítskaia de Moscú. Bogaievski pintó un tríptico: «Distancia», «Pináculo» y «Sol». ¿Quién sino él podría haber hecho que armonizaran con las obras del famoso Mijaíl Vrubel expuestas en las cercanías?
«Feodosia», 1926
Después de la Revolución, el artista trabajó en la organización de Crimea para la protección de monumentos históricos y lugares patrimoniales. Dibujó los monumentos históricos de Yalta, Alupka y Bajchisarái. El resultado fueron álbumes de grabados con vistas de la península. Este trabajo parecía reconciliar el pasado y el presente en su arte.
«Dneprostroi», 1930
En la década de 1930 se pasó a los paisajes industriales y visitó las principales obras de construcción de la Unión Soviética. Enormes edificios, torres petrolíferas y presas y centrales eléctricas en plena construcción: el artista no se dedicó tanto a registrar los gigantescos proyectos de construcción como a pintar ciudades del futuro, en las que todo se pone al servicio del hombre. Sin embargo, no quedó del todo satisfecho con el resultado, y dijo que había pintado «las ciudades del México antiguo».
«Tauroscythia», 1937
El artista escribió que las vistas de Crimea despertaron su imaginación. Incluso mientras trabajaba en cosas «prosaicas», como paneles para una exposición agrícola en Moscú, volvía una y otra vez a los paisajes con cadenas montañosas y bahías pintorescas. Después de la antigua Cimmeria, Tauroscythia también empezó a aparecer en sus lienzos.
«Recuerdos de Mantegna», 1942
Uno de los maestros antiguos favoritos de Bogaievski era Andrea Mantegna. El artista hacía referencia a su obra en repetidas ocasiones. Ya en 1910 había realizado un boceto de paisaje que tituló inicialmente «Según Mantegna». Volvió a Mantegna en los años de la Segunda Guerra Mundial. Inspirado por la «Agonía en el jardín» del maestro, Bogaievski pintó «Recuerdos de Mantegna».
«Feodosia en invierno», 1943
Durante la guerra, el artista no se marchó con otros evacuados. La vida fue dura: su casa y su estudio fueron saqueados más de una vez, pero de milagro consiguió proteger de los alemanes la pinacoteca de la ciudad. Pero no se salvó a sí mismo: en un ataque aéreo, no consiguió tirarse al suelo y permaneció de pie. La metralla de una bomba le decapitó, literalmente. Poco antes de su muerte pintó un atípico paisaje invernal de Feodosia con nubes bajas ondulantes y mampostería casi desprovista de color.
Fotografías de Konstantín Bogaievski