La comedia inundó a una audiencia ‘comprometida’ con el show y la presencia de la primera actriz
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La presencia de una gran protagonista de programas y películas mexicanas clásicas, aunada con los años de experiencia de la misma, precedieron una importante audiencia en el Teatro Fernando Soler, ya que Sylvia Pasquel volvería con una comedia que inundó de risas el recinto.
La bienvenida de la primera actriz no sólo dio pie a la interacción de la misma con la audiencia, sino que corrigió las indicaciones del recinto al mover a todas las personas hacia el frente de la sala.
Con la frase “Tienen mi permiso”, Pasquel reunió a sus fanáticos lo más cerca posible de ella, ya que los invitó a tomar fotos y videos para compartir en redes.
La obra brilló por el talento inigualable de la primera actriz, quien hizo reír a carcajadas a los asistentes con cada referencia, chiste, o burla de las situaciones cotidianas que se viven en un matrimonio de 25 años. Asimismo, la narración se trastocó en diferentes ocasiones, ya que entraba y salía del personaje y la narradora.
En su papel de ‘Viviana’ o “Vivi”, narró las peripecias que las mujeres tienen que soportar para “echar a flote” el vínculo tradicional que tienen con un compañero de vida al cual apenas conocen, valiéndose de humor físico, utilería y las intervenciones de los asistentes.
EL PÚBLICO SE VOLVIÓ EL ESPECTÁCULO
Las intervenciones de parte de la audiencia fueron clave para esta puesta en escena, ya que el humor en doble sentido, las preguntas directas y las confrontaciones lograron hacer de esta velada una plática amena con Pasquel, quien se mostraba asombrada ante las reacciones.
No obstante, el drama dentro de esta obra fue el factor clave para que la audiencia lograra empatizar con la historia de un matrimonio forjado durante el siglo pasado. Con cuestionamientos sobre la actitud estoica del hombre en las relaciones, evidenció la realidad de muchas mujeres.
“A las mujeres hay que apapacharnos”, expresó como solución a los problemas de comunicación dentro de la historia.
La obra ‘No Seré Feliz pero Tengo Marido’ no sólo se despidió como una experiencia en el teatro, también con una afirmación sobre el compromiso de las mujeres con ellas mismas, incluso antes de comprometerse con otros.