Teatro: «Un vistazo a Panorama desde el puente», de Arthur Miller

Dirigida por Antonio Castro y adaptada por Eduardo Mendoza, la obra enfrenta un gran desafío temporal, ya que su actualización genera contradicciones.

Arthur Miller escribió Panorama desde el puente en la década de 1950 para abordar la temática de los inmigrantes ilegales en un puerto de Brooklyn. La obra se estrenó en Broadway en 1955, pero no tuvo éxito en su debut. Posteriormente, el propio Miller revisó la pieza, lo que dio lugar a una nueva versión, que se ha popularizado a través de numerosas representaciones en América Latina y Estados Unidos.

En México, la versión más reciente de Panorama desde el puente se presenta en el Teatro Helénico, bajo la dirección de Antonio Castro y la adaptación de Eduardo Mendoza. La obra enfrenta un reto significativo debido al paso del tiempo, ya que su actualización resulta contradictoria. Aunque está ambientada en los años cincuenta, con un enfoque en la inmigración ilegal y sus efectos sociales, la introducción de elementos modernos como celulares y música contemporánea crea una disonancia en la narrativa, haciendo parecer que dos épocas conviven simultáneamente.

elteatro.com: Eduard Fernández y Marina Salas en una de las escenas de ‘Panorama desde el Puente

La historia gira en torno a una familia mexicana que vive en una zona portuaria de Nueva York, y la llegada de dos parientes que cruzaron la frontera ilegalmente altera la dinámica familiar. El conflicto surge cuando uno de los recién llegados se enamora de la sobrina del patriarca, Eddie, quien alberga sentimientos hacia ella y esto lo lleva a traicionarlos.

La escenografía de alto presupuesto incluye la casa familiar, el despacho de un abogado que narra la historia, y los suburbios de la zona portuaria, creando un ambiente inmersivo. Sin embargo, las actuaciones han sido descritas como irregulares, con algunos actores poco convincentes y una dirección que no profundiza lo suficiente en las relaciones entre los personajes.

Originalmente, Arthur Miller escribió la obra como una crítica a la vida de los inmigrantes y la corrupción en los muelles de Brooklyn durante la época del macartismo, temas que siguen vigentes aunque se expresen de manera distinta en la actualidad

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