Inauguró la 76° edición de la muestra en el Museo Macro, con un concurso que permitió expandir el patrimonio público a través de los premios Colección, Salón Nacional de Rosario y Premio Fundación Castagnino
El evento de apertura comenzó con unas palabras del director artístico del Museo Castagnino + Macro, Roberto Echen, en una tarde soleada frente al río Paraná. Su discurso subrayó la importancia del apadrinamiento de las organizaciones privadas, siempre que se sumen a las propuestas de lo público “sin corroer su idiosincrasia”. Luego habló Dante Taparelli, actual secretario de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, que cerró el acto diciendo: “En tiempos de motosierra, antepongamos los pinceles”. Entonces abrieron las puertas del museo para visitar la muestra, que propone “hacer visibles producciones, procesos y circuitos propios de las prácticas artísticas contemporáneas, buscando evidenciar las complejidades y derivaciones que subyacen en ellas”.
El recorrido comienza en el sexto piso, donde funciona la sección Gabinete del Salón. El ensayista Rafael Cippolini, a cargo de la curaduría, convocó cinco proyectos con el propósito de no exhibir solamente la obra terminada, sino también de focalizar la observación en la experiencia y el sistema de creación de cada artista o colectivo.
Con una dedicatoria a la pintora renacentista Sofonisba Anguissola (c. 1535-1625), este sector se pregunta espacialmente: “¿Qué significa coleccionar sistemas? ¿Para qué, por qué deberían formar parte de una colección?”. Sobre las paredes, un texto del curador busca responder: “Lo que nos enseña el arte, lo que aprendemos por él, ninguna otra disciplina podría suplantarlo. El sistema de cada artista es, ni más ni menos, la cartografía material, sensible, mental de una obra, y por lo tanto imprescindible. Se integra a la obra resultante, pero no del todo (conscientemente o no, se reserva algo)”.
La sección rinde homenaje a Sofonisba, que a pesar de las condiciones de su época logró estudiar dibujo y pintura y llegó a ser, informalmente, aprendiz de Miguel Ángel para después trabajar como retratista en la corte de Felipe II de España. Por aquel entonces se consideraba inaceptable que una mujer mantuviera contacto visual con cuerpos desnudos, por lo que no pudo acceder al estudio de la anatomía humana ni a la práctica de dibujo al natural. Sofonisba desarrolló, sin embargo, su propio sistema para pintar y hoy se preservan medio centenar de pinturas de su autoría en el Museo del Prado, la Pinacoteca de Brera y la Galería Uffizi, entre otras; de su sistema, en cambio, no quedan registros.
En este sentido, Cippolini estaca la importancia de “coleccionar (resguardar y dar cuenta) diferentes clases de sistemas artísticos individuales o colectivos –la tarea lenta, articulada, ineludiblemente silenciosa de combinar y potenciar procedimientos, procesos, ideas, referencias, métodos, intuiciones, anotaciones, técnicas y motivos personalísimos–, graficándolos a modo de mapas únicos de creación y ejecución, o sea el diseño de las herramientas orientativas previas”.
En el centro de la sala, Claudia del Río presenta una réplica de la mesa de su taller donde despliega los elementos que interactúan en sus trabajos. Su trabajo para la muestra, con las obras Hola sistema, La torre nocturna, Yacarepaguá de noche y Veinticuatro horas despierta le valieron el Premio Colección entregado por el Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Diferentes instalaciones de pared sobre las paredes perimetrales de la misma sala completan la sección, dando cuenta de diferentes métodos y sistemas. La propuesta de Silvia Gurfein consiste en una instalación pictórica a partir de restos y huellas de óleo y una masterclass en video. María Guerrieri expone un cuadro sinóptico sobre un conjunto de dibujos basados en su trabajo con Lengua de Señas Argentinas, que emplea en tareas de docencia de artes visuales en una escuela para sordos; el grupo rosarino El Club combina dibujos, pinturas, libros, objetos y las referencias diversas que utilizan sus integrantes, tanto grupales como individuales. Jimena Losada Lacerna muestra una pintura y los elementos que refieren a ella como bocetos, pequeñas pinturas de prueba, confecciones de una paleta, referencias anteriores, derivaciones e ideas paralelas que iban apareciendo sobre la marcha.
La sección Principal, con curaduría y selección de Ángeles Ascúa, Javier Gasparri y Lara Marmor ocupa el resto del edificio. Los trabajos fueron elegidos entre más de 785 proyectos que respondieron a la convocatoria de alcance nacional sin distinción de disciplinas que caracteriza al Salón Nacional de Rosario, el cual asume de esta forma una condición transdisciplinar de las producciones artísticas contemporáneas. La presente edición cuenta con piezas que llegan desde Buenos Aires, La Plata, Tucumán, Mar del Plata y Córdoba, además una fuerte presencia de obra artistas de distintos puntos del país que residen en Rosario.
La sala del quinto piso reúne trabajos de Candela Roselló, Clara Miño Elortondo, Carlos Aguirre y Mimi Laquidara, artistas que representan distintas zonas de la escena local. En el cuarto piso se encuentran los trabajos fotográficos de Bruno Dubner y de María Crossetti, una pintura de Verónica Calfat, una instalación del joven Joaquín Gómez Hernández, residente de Rosario, y una escultura de la serie “Placer y Beneficio” de la artista tucumana Alejandra Mizrahi.
En la tercera planta puede verse Esa convicción interior, invencible, de Sol Quirincich, distinguida con el premio Adquisición Fundación Castagnino (otorgado por la misma fundación desde 2021). Sandra Guascone exhibe Cocoa se volvió luz, por la que obtuvo una Mención Especial del Jurado y además se pueden ver un bordado de Michele Siquet y piezas de Manuel Singüenza y de Nahuel Ventos.
En la segunda planta, Laura Ortego presenta dos retratos fotográficos en gran formato de la serie “Chiques”; Agustín Míguez expone un video de animación; Cristian Osuna, un díptico de pinturas que dialoga con la tradición pictórica rosarina; María Laura Martínez Spaggiari, una pieza en cerámica de su serie “Lo que sostiene el aire que nos rodea” y Lorena Cardona muestra Todo por la praxis, una obra-testimonio de los artistas rosarinos de los 2000. Estas últimas dos piezas obtuvieron, respectivamente, una Mención Especial del Jurado cada una.
En el primer piso, una instalación de objetos acompañada por un video y una placa dorada simulan una exhibición arqueológica y corresponde al trabajo de la Sociedad de Amigos y Benefactores de las Artes de Cañada Rosquín. También puede verse la serie de dibujos “Insectas bastardas” de la artista-performer Celeste Carnovali, una pintura de gran formato de Bruno Grupalli, una obra de Cecilia Casenave y la gran escultura para espacio público, Visitante, de la artista platense Mariela Vita, que obtuvo el Premio Salón Nacional de Rosario otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Rosario.
El jurado de premiación estuvo integrado por Ascúa, Marmor, Gasparri y Cippolini, así como por el director artístico Roberto Echen, Luz Ferradas como representante del Concejo Municipal de Rosario y Guido Martinez Carbonell como representante de la Fundación Castagnino. Cada premio ascendió este año a 1.000.000 de pesos y cada artista seleccionado contó con un monto de 50.000 pesos como incentivo a la producción.
Los artistas seleccionados reciben un incentivo a la producción como apoyo a los costos que pueda ocasionar la producción y en carácter de reconocimiento por haber quedado en la selección final. Esta acción se implementa desde 2021 por la Secretaría de Cultura y Educación de Rosario, con el apoyo de Fundar, Banco Coinag y Fundación Medifé.